Dejé atrás al conserje en cuanto atravesé la puerta principal. Giré la
cabeza y le vi, apoyado en su coche, con unas Ray-Ban Wayfarer negras tapándole
los ojos y las piernas cruzadas. Se enderezó nada más verme y se quitó las
gafas. Me reí, apartándome el pelo de la cara. Todo aquello me sonaba demasiado
a película, a videoclip musical en el que nada es real. Pero no. Yo estaba
allí, con mi uniforme y mi mochila a la espalda, avanzando para saludar a Zayn
Malik.
Él cubrió la poca distancia que quedaba entre nosotros y me
abrazó. Le di un beso en la mejilla y me retiré, sin borrar la sonrisa.
- ¿Debo darte las gracias por sacarme de clase o reprenderte por
la estupidez que acabas de cometer? – le solté, poniendo los brazos en mis
caderas, haciéndome la enfadada.
- Bueno, si prefieres volver dentro… - dijo, con aire
despreocupado.
Resoplé y negué con la cabeza. ‘Estás loco. Rematadamente loco’,
pensé. Me abrió la puerta del copiloto de su coche y entré. Empezamos a avanzar
por la carretera, camino al centro de Londres, pero en ningún momento pregunté
a dónde exactamente. Me limité a encender la radio y cantar con él cada canción
que sonaba. Aquel momento era uno
de esos que te gustaría poder congelar y guardar para vivir una y otra vez.
A la hora del recreo
- La odio, la odio, la odio, la odio… - comenzó Lauren nada más
nos reunimos fuera de clase. Le agarré el codo y me enganché a ella, riéndome.
- Lo que pasa es que tienes envidia. La han sacado de clase y se
ha perdido dos maravillosas horas de clase – le dije.
- No, Sophie es que no es justo. ¿Por qué no han podido venir
también a por mí? Odio el colegio en esta época del año. Nos quedan dos semanas
de clase, una de exámenes y otra absolutamente inútil – se quejó ella.
- Yo creo que el hecho de que se haya saltado las clases es el
menos alarmante. – comencé, intentando desviar el tema hacia dónde me
interesaba. – Lo que me preocupa es con quién.
- Con su primo, ¿no? Eso ha dicho el conserje – hizo un gesto con
la mano, quitando importancia a mis palabras.
- Pero Lauren, ¿se te ha ido la cabeza? – me extrañé, soltándome
de su brazo y sentándome en el poyete de ‘nuestra’ ventana. – Alison no tiene
ningún primo mayor de edad. Las únicas primas que tiene son las gemelas, las de
siete años. Siempre se queja cuando tiene que cuidarlas porque dice que son
monstruitos.
Mi amiga abrió mucho los ojos, comprendiendo. De pronto se tapó la
boca con ambas manos y se sentó a mi lado, mirándome fijamente.
- ¿Y con quién se ha ido? ¿Y si la han raptado? ¿Y si… - la
detuve, riendo.
- Dudo que si la hubieran raptado habría salido de clase con una
sonrisa. Era como si flotara. ¿No la viste?
- Sí, bueno, es cierto. – admitió. – ¿Qué hacemos? ¿La llamamos?
Me encogí de hombros, observando cómo sacaba el móvil del
bolsillo. Toqueteó las teclas y se quedó embobada, como tantas otras veces le
pasaba.
- Lauren, por favor, céntrate y llama a Ali. – le dije, cansada de
este tipo de conversaciones. Ahora ella resoplaría y pondría los ojos en
blanco, o me sacaría la lengua y haría lo que le había pedido. Teníamos a
menudo este tipo de conversaciones, Lauren se aislaba del mundo cuando cogía la
BlackBerry.
Pero nada de eso sucedió. Esperé, pero ella no se movió. Me asomé
por encima del hombro para ver qué era tan interesante y alcancé a ver un chat
abierto. Miré el nombre de la persona que hablaba y me reí; Nialler. Me eché
hacia atrás y supuse que tendría que esperar a volver a casa para saber con
quién había desaparecido Alison, aunque empezaba a tener una vaga idea de quién
podría ser.
Sentados a la mesa de un
restaurante
La había
llevado a mi restaurante italiano favorito, en Covent Garden, el lugar más pijo de todo Londres. Sonreía
leyendo la carta, mientras yo fingía hacer otro tanto con la mía. De pronto, me
miró y me descubrió mirándola, pero no pareció importarle. Ensanchó su sonrisa
y cerró la carta, dejándola frente a ella.
- Creo
que quiero raviolis con la salsa especial de la casa.
- Buena
elección. – admití. – Yo quiero espaguetis al pesto. - Juagaba con ventaja pues había ido más veces y sabía qué pedir sin necesidar de consultarlo. - ¿Te apetece algo para
compartir? Hacen unas pizzas riquísimas y no son demasiado grandes.
- Vale,
elige una, me fío de ti.
Llamé al camarero, que apuntó nuestro pedido y se fue.
Habíamos
aparcado el coche lejos de allí porque prefería pasear a su lado antes que ir
sentado conduciendo. Me había hablado de las clases que se estaba saltando y le
hice prometer que haría los deberes que mandaran en su ausencia. Me sentía un
poco culpable por haberla sacado así de su instituto, pero ella parecía
encantada. Todo el mundo odia el instituto.
Llevaba
bien los estudios y exámenes, pero estaba deseando acabar. Quería pasar un
verano increíble y me había hablado de todos sus planes, aunque la mayoría
implicaban gastar un dinero que aseguraba no tener. Me habló de sus amigas, de tiendas
y de música. Yo por mi parte, le hablé de mí, de lo mucho que odiaba el
instituto también y de lo que me alegré cuando tuve que dejarlo para irme de gira con
los chicos. Le hablé de experiencias de The X Factor que esperaba que no
conociera, de sitios a los que yo también esperaba viajar, de cosas que quería
comprar. Ella me sonreía entusiasmada y preguntaba las cosas que le parecían
oportunas. Era una acompañante excelente. Siempre tenía cosas que decir, historias divertidas que contar. Me había perdido en sus ojos verdes y no me di cuenta de que estaba contando una de ellas en ese momento
- … y
del golpe en el pupitre pues se despertó – río. Me reprendí a mí mismo por no
haber escuchado el comienzo de aquello que Alison me contaba sobre Lauren. – Lo primero
que dijo fue ‘estoy despierta’. Nos reímos muchísimo y el profesor no fue capaz
de castigarla. – Hizo un gesto impreciso con las manos y me sonrió. Qué sonrisa
tenía. Preciosa. Cómo ella.
- Lauren
es una mala influencia. – le dije, serio, pero recordé la forma que tenía esa
chica de hacerte reír a carcajadas y mi intento de aparentar seriedad falló.
El
camarero llegó en aquel momento, evitando que tuviera que decir nada más sobre esa anécdota. Se lo agradecí en mi interior. Dejaría propina. Puso los platos sobre la mesa y durante un rato, ninguno dijo nada más.
Comenzamos a comer, disfrutando de la comida y de la compañía mutua.
En ese mismo momento, sentados en un sofá
- Se nos
acaban las vacaciones chicos. – dijo Harry tras apagar la televisión. – Tenemos
tres semanas antes de empezar a grabar. ¿Qué hacemos?
-
Podríamos parar el tiempo – comenzó Niall, pero la mirada de reproche que le
lanzó Harry le hizo callar.
- Lo
digo en serio. Va a empezar el verano, queda muy poco para junio, empieza el
buen tiempo. Estaría bien ir a algún sitio todos juntos.
Hubo
murmullos de aprobación, pero noté que faltaba algo. Miré a derecha e
izquierda, pero no le vi.
- ¿Dónde
está Zayn? – pregunté, tras comprobar que evidentemente, allí no.
- Salió
esta mañana, Liam – me contestó Louis. – No sé a dónde fue.
Harry
evitó mirarnos y se centró en el televisor, lo cual era un poco absurdo porque
estaba apagado. Supuse que él sí que sabía dónde estaba, pero decidí no
preguntarle. Si Zayn quería contarlo, lo haría cuando llegara. A veces, rodeado
de tanta gente, olvidas lo que es tener secretos.
- Bueno,
¿a dónde proponéis que vayamos? – inquirí, volviendo al tema central de nuestra
conversación.
- Parque
de atracciones.
-
Podemos ir a Liverpool – propuso Louis.
- O a un
parque de atracciones.
- A
Glasgow. Siempre he querido ir – les dije.
-
Estaría bien ir a un parque de atracciones.
Todos
miramos a Niall, que sonreía abiertamente. Le encantaba pasarlo bien y, por
tanto, los parques de atracciones eran uno de sus fuertes.
- Creo
que ya lo tengo – nos dijo Harry pasado un minuto. Miró a cada uno de los
presentes, aumentando nuestra intriga. – A Manchester – soltó por fin. – Tengo
una casa allí y he pasado gran parte de mi vida viviendo en esa ciudad. Hay
muchas cosas que ver y además hay un parque de atracciones que no está nada mal
– sonrió mirando a Niall.
- ¿Sí? – Harry asintió, ensanchando la
sonrisa de nuestro amigo. – Pues todo dicho. – el irlandés se levantó, cogió su
móvil y desapareció escaleras arriba.
- A mí
me parece genial, de verdad. Siempre que vamos a Manchester me quejo
interiormente por no poder detenernos demasiado en las ciudades. – Louis se
levantó y le sacudió los rizos a Harry. –
¿Puedo decírselo a Eleanor?
- Claro,
que venga si quiere. – Louis sonrió y me quedé a solas con Harry en el salón. –
Tú puedes avisar a Danielle si quieres.
- Sí, lo
haré. – hice ademán de irme, pero mi amigo me retuvo.
- Oye,
respecto a lo de Zayn…
- No te
preocupes. Ya lo contará él si quiere – sonreí y vi que la inquietud
desaparecía del rostro de Harry, dando paso a sus famosos hoyuelos. Le di una
palmada en la espalda y saqué el teléfono para llamar a Danielle.
- ¡Nos
vamos a Manchester, tío! – saltó y se fue del salón diciendo algo sobre llamar
a Zayn.
Sacudí
la cabeza, sabiendo lo que supondría ir de vacaciones a Manchester con mis
amigos. Muchos momentos más para recordar.
Paseando por Londres
Habíamos
salido del restaurante hacía rato ya y paseábamos sin rumbo fijo. Zayn estiró
su brazo disimuladamente, rozando el mío. Entrelacé mis dedos con los suyos
casi instintivamente. Noté que me miraba y le sonreí, sonrojándome. Desvié la
mirada y me pasé la mano libre por el pelo, nerviosa. Él me apretó la mano y
sentí que me derretía por dentro.
Seguimos
andando hasta llegar a la baranda que nos permitía ver el río Tamesis. Me
acerqué, soltándome de Zayn y examiné uno de los candados que colgaban del
puente. ‘James + Lea. 10/7/10’ Suspiré. ¿Seguirían juntos?
- ¿Crees
que siguen juntos? – escuché que preguntaba esa voz que tan bien conocía.
- Me
estaba preguntando lo mismo – confesé, encogiéndome de hombros.
Miré al
frente y dejé que el viento me despeinara. Al poco noté los brazos de Zayn
rodeándome la cintura. Otro momento para congelar y coleccionar.
-
¿Sabes? Llevo todo el camino preguntándome algo…
- ¿El
qué? – me preguntó.
- ¿Qué
lleva a un chico a raptar a una chica normal y corriente de sus clases, a
invitarla a comer en un sitio espectacular y a dar un paseo con ella por
Londres?
- No sé
lo que lleva a un chico a raptar a una chica normal y corriente. – comenzó, y
pensé que iba a evitar responder, pero continuó hablando. – En cambio, sí que
sé lo que podría llevar a un chico a raptarte a ti. – aclaró, provocando que
volviera a sonreír sin quererlo. – En primer lugar, déjame aclarar que no la ha
raptado, la chica ha salido del colegio por su propio pie. – De repente me sentí
culpable por haberme escapado. Me giré para observarle, situando mi rostro a
una distancia peligrosamente corta del suyo. Sonreía, pero no me miraba. –
Supongo que al chico le gusta la chica. Supongo que tiene miedo de decírselo y
de que ella no le corresponda. Supongo que le asusta que sólo le haya besado
porque es famoso y quiere tener una buena historia que contar a sus amigas.
Pero él sabe que la chica no es de esas. Así que quiere asegurarse de que no
está equivocado y la ‘rapta’, como tú dices, de sus clases, la lleva a comer y
así se conocen. De este modo, el chico sabrá cómo es la chica y podrá dejar que
ella sepa cómo es él, cómo es en realidad. Y entonces podrá decirle que no solo
le gusta, si no que se ha enamorado. – Se acercó un poco más a mí y noté su
respiración en mi cuello.
Quise
decir algo. Busqué en mi cerebro palabras que pudieran igualar las suyas, pero
no las encontré. Y como no encontraba nada adecuado que decir, decidí hacer
algo que esperaba que entendiera como una respuesta afirmativa, como una forma
de corresponderle. Giré mi cabeza hacia la suya y le besé. O puede que me
besara él. No lo sé. El caso es que terminé girándome completamente hacia él y
le rodeé el cuello con los brazos. Noté que sonreía y le imité. Seguimos así, a
la orilla del Tamesis, con el resto de Londres ajeno a nuestros besos, como si
todo se hubiese detenido. Aquel sí que era un buen momento para congelar y
guardar.
AFUUUUUUUUUUUUUU. MUERO DE AMOR, COLEGA. AY DIOS, ME ENCANTA :') NEXT!
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