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viernes, 21 de septiembre de 2012

Capítulo catorce


Dejé atrás al conserje en cuanto atravesé la puerta principal. Giré la cabeza y le vi, apoyado en su coche, con unas Ray-Ban Wayfarer negras tapándole los ojos y las piernas cruzadas. Se enderezó nada más verme y se quitó las gafas. Me reí, apartándome el pelo de la cara. Todo aquello me sonaba demasiado a película, a videoclip musical en el que nada es real. Pero no. Yo estaba allí, con mi uniforme y mi mochila a la espalda, avanzando para saludar a Zayn Malik.
Él cubrió la poca distancia que quedaba entre nosotros y me abrazó. Le di un beso en la mejilla y me retiré, sin borrar la sonrisa.
- ¿Debo darte las gracias por sacarme de clase o reprenderte por la estupidez que acabas de cometer? – le solté, poniendo los brazos en mis caderas, haciéndome la enfadada.
- Bueno, si prefieres volver dentro… - dijo, con aire despreocupado.
Resoplé y negué con la cabeza. ‘Estás loco. Rematadamente loco’, pensé. Me abrió la puerta del copiloto de su coche y entré. Empezamos a avanzar por la carretera, camino al centro de Londres, pero en ningún momento pregunté a dónde exactamente. Me limité a encender la radio y cantar con él cada canción que sonaba. Aquel momento era  uno de esos que te gustaría poder congelar y guardar para vivir una y otra vez.

A la hora del recreo

- La odio, la odio, la odio, la odio… - comenzó Lauren nada más nos reunimos fuera de clase. Le agarré el codo y me enganché a ella, riéndome.
- Lo que pasa es que tienes envidia. La han sacado de clase y se ha perdido dos maravillosas horas de clase – le dije.
- No, Sophie es que no es justo. ¿Por qué no han podido venir también a por mí? Odio el colegio en esta época del año. Nos quedan dos semanas de clase, una de exámenes y otra absolutamente inútil – se quejó ella.
- Yo creo que el hecho de que se haya saltado las clases es el menos alarmante. – comencé, intentando desviar el tema hacia dónde me interesaba. – Lo que me preocupa es con quién.
- Con su primo, ¿no? Eso ha dicho el conserje – hizo un gesto con la mano, quitando importancia a mis palabras.
- Pero Lauren, ¿se te ha ido la cabeza? – me extrañé, soltándome de su brazo y sentándome en el poyete de ‘nuestra’ ventana. – Alison no tiene ningún primo mayor de edad. Las únicas primas que tiene son las gemelas, las de siete años. Siempre se queja cuando tiene que cuidarlas porque dice que son monstruitos.
Mi amiga abrió mucho los ojos, comprendiendo. De pronto se tapó la boca con ambas manos y se sentó a mi lado, mirándome fijamente.
- ¿Y con quién se ha ido? ¿Y si la han raptado? ¿Y si… - la detuve, riendo.
- Dudo que si la hubieran raptado habría salido de clase con una sonrisa. Era como si flotara. ¿No la viste?
- Sí, bueno, es cierto. – admitió. – ¿Qué hacemos? ¿La llamamos?
Me encogí de hombros, observando cómo sacaba el móvil del bolsillo. Toqueteó las teclas y se quedó embobada, como tantas otras veces le pasaba.
- Lauren, por favor, céntrate y llama a Ali. – le dije, cansada de este tipo de conversaciones. Ahora ella resoplaría y pondría los ojos en blanco, o me sacaría la lengua y haría lo que le había pedido. Teníamos a menudo este tipo de conversaciones, Lauren se aislaba del mundo cuando cogía la BlackBerry.
Pero nada de eso sucedió. Esperé, pero ella no se movió. Me asomé por encima del hombro para ver qué era tan interesante y alcancé a ver un chat abierto. Miré el nombre de la persona que hablaba y me reí; Nialler. Me eché hacia atrás y supuse que tendría que esperar a volver a casa para saber con quién había desaparecido Alison, aunque empezaba a tener una vaga idea de quién podría ser.

Sentados a la mesa de un restaurante

La había llevado a mi restaurante italiano favorito, en  Covent Garden, el lugar más pijo de todo Londres. Sonreía leyendo la carta, mientras yo fingía hacer otro tanto con la mía. De pronto, me miró y me descubrió mirándola, pero no pareció importarle. Ensanchó su sonrisa y cerró la carta, dejándola frente a ella.
- Creo que quiero raviolis con la salsa especial de la casa.
- Buena elección. – admití. – Yo quiero espaguetis al pesto. - Juagaba con ventaja pues había ido más veces y sabía qué pedir sin necesidar de consultarlo. - ¿Te apetece algo para compartir? Hacen unas pizzas riquísimas y no son demasiado grandes.
- Vale, elige una, me fío de ti.
Llamé al camarero, que apuntó nuestro pedido y se fue.
Habíamos aparcado el coche lejos de allí porque prefería pasear a su lado antes que ir sentado conduciendo. Me había hablado de las clases que se estaba saltando y le hice prometer que haría los deberes que mandaran en su ausencia. Me sentía un poco culpable por haberla sacado así de su instituto, pero ella parecía encantada. Todo el mundo odia el instituto.

Llevaba bien los estudios y exámenes, pero estaba deseando acabar. Quería pasar un verano increíble y me había hablado de todos sus planes, aunque la mayoría implicaban gastar un dinero que aseguraba no tener. Me habló de sus amigas, de tiendas y de música. Yo por mi parte, le hablé de mí, de lo mucho que odiaba el instituto también y de lo que me alegré cuando tuve que dejarlo para irme de gira con los chicos. Le hablé de experiencias de The X Factor que esperaba que no conociera, de sitios a los que yo también esperaba viajar, de cosas que quería comprar. Ella me sonreía entusiasmada y preguntaba las cosas que le parecían oportunas. Era una acompañante excelente. Siempre tenía cosas que decir, historias divertidas que contar. Me había perdido en sus ojos verdes y no me di cuenta de que estaba contando una de ellas en ese momento

- … y del golpe en el pupitre pues se despertó – río. Me reprendí a mí mismo por no haber escuchado el comienzo de aquello que Alison me contaba sobre Lauren. – Lo primero que dijo fue ‘estoy despierta’. Nos reímos muchísimo y el profesor no fue capaz de castigarla. – Hizo un gesto impreciso con las manos y me sonrió. Qué sonrisa tenía. Preciosa. Cómo ella.
- Lauren es una mala influencia. – le dije, serio, pero recordé la forma que tenía esa chica de hacerte reír a carcajadas y mi intento de aparentar seriedad falló.
El camarero llegó en aquel momento, evitando que tuviera que decir nada más sobre esa anécdota. Se lo agradecí en mi interior. Dejaría propina. Puso los platos sobre la mesa y durante un rato, ninguno dijo nada más. Comenzamos a comer, disfrutando de la comida y de la compañía mutua.

En ese mismo momento, sentados en un sofá

- Se nos acaban las vacaciones chicos. – dijo Harry tras apagar la televisión. – Tenemos tres semanas antes de empezar a grabar. ¿Qué hacemos?
- Podríamos parar el tiempo – comenzó Niall, pero la mirada de reproche que le lanzó Harry le hizo callar.
- Lo digo en serio. Va a empezar el verano, queda muy poco para junio, empieza el buen tiempo. Estaría bien ir a algún sitio todos juntos.
Hubo murmullos de aprobación, pero noté que faltaba algo. Miré a derecha e izquierda, pero no le vi.
- ¿Dónde está Zayn? – pregunté, tras comprobar que evidentemente, allí no.
- Salió esta mañana, Liam – me contestó Louis. – No sé a dónde fue.
Harry evitó mirarnos y se centró en el televisor, lo cual era un poco absurdo porque estaba apagado. Supuse que él sí que sabía dónde estaba, pero decidí no preguntarle. Si Zayn quería contarlo, lo haría cuando llegara. A veces, rodeado de tanta gente, olvidas lo que es tener secretos.
- Bueno, ¿a dónde proponéis que vayamos? – inquirí, volviendo al tema central de nuestra conversación.
- Parque de atracciones.
- Podemos ir a Liverpool – propuso Louis.
- O a un parque de atracciones.
- A Glasgow. Siempre he querido ir – les dije.
- Estaría bien ir a un parque de atracciones.
Todos miramos a Niall, que sonreía abiertamente. Le encantaba pasarlo bien y, por tanto, los parques de atracciones eran uno de sus fuertes.
- Creo que ya lo tengo – nos dijo Harry pasado un minuto. Miró a cada uno de los presentes, aumentando nuestra intriga. – A Manchester – soltó por fin. – Tengo una casa allí y he pasado gran parte de mi vida viviendo en esa ciudad. Hay muchas cosas que ver y además hay un parque de atracciones que no está nada mal – sonrió mirando a Niall.
-  ¿Sí? – Harry asintió, ensanchando la sonrisa de nuestro amigo. – Pues todo dicho. – el irlandés se levantó, cogió su móvil y desapareció escaleras arriba.
- A mí me parece genial, de verdad. Siempre que vamos a Manchester me quejo interiormente por no poder detenernos demasiado en las ciudades. – Louis se levantó y le sacudió los rizos a Harry. –  ¿Puedo decírselo a Eleanor?
- Claro, que venga si quiere. – Louis sonrió y me quedé a solas con Harry en el salón. – Tú puedes avisar a Danielle si quieres.
- Sí, lo haré. – hice ademán de irme, pero mi amigo me retuvo.
- Oye, respecto a lo de Zayn…
- No te preocupes. Ya lo contará él si quiere – sonreí y vi que la inquietud desaparecía del rostro de Harry, dando paso a sus famosos hoyuelos. Le di una palmada en la espalda y saqué el teléfono para llamar a Danielle.
- ¡Nos vamos a Manchester, tío! – saltó y se fue del salón diciendo algo sobre llamar a Zayn.
Sacudí la cabeza, sabiendo lo que supondría ir de vacaciones a Manchester con mis amigos. Muchos momentos más para recordar.

Paseando por Londres

Habíamos salido del restaurante hacía rato ya y paseábamos sin rumbo fijo. Zayn estiró su brazo disimuladamente, rozando el mío. Entrelacé mis dedos con los suyos casi instintivamente. Noté que me miraba y le sonreí, sonrojándome. Desvié la mirada y me pasé la mano libre por el pelo, nerviosa. Él me apretó la mano y sentí que me derretía por dentro.
Seguimos andando hasta llegar a la baranda que nos permitía ver el río Tamesis. Me acerqué, soltándome de Zayn y examiné uno de los candados que colgaban del puente. ‘James + Lea. 10/7/10’ Suspiré. ¿Seguirían juntos?
- ¿Crees que siguen juntos? – escuché que preguntaba esa voz que tan bien conocía.
- Me estaba preguntando lo mismo – confesé, encogiéndome de hombros.

Miré al frente y dejé que el viento me despeinara. Al poco noté los brazos de Zayn rodeándome la cintura. Otro momento para congelar y coleccionar.
- ¿Sabes? Llevo todo el camino preguntándome algo…
- ¿El qué? – me preguntó.
- ¿Qué lleva a un chico a raptar a una chica normal y corriente de sus clases, a invitarla a comer en un sitio espectacular y a dar un paseo con ella por Londres?
- No sé lo que lleva a un chico a raptar a una chica normal y corriente. – comenzó, y pensé que iba a evitar responder, pero continuó hablando. – En cambio, sí que sé lo que podría llevar a un chico a raptarte a ti. – aclaró, provocando que volviera a sonreír sin quererlo. – En primer lugar, déjame aclarar que no la ha raptado, la chica ha salido del colegio por su propio pie. – De repente me sentí culpable por haberme escapado. Me giré para observarle, situando mi rostro a una distancia peligrosamente corta del suyo. Sonreía, pero no me miraba. – Supongo que al chico le gusta la chica. Supongo que tiene miedo de decírselo y de que ella no le corresponda. Supongo que le asusta que sólo le haya besado porque es famoso y quiere tener una buena historia que contar a sus amigas. Pero él sabe que la chica no es de esas. Así que quiere asegurarse de que no está equivocado y la ‘rapta’, como tú dices, de sus clases, la lleva a comer y así se conocen. De este modo, el chico sabrá cómo es la chica y podrá dejar que ella sepa cómo es él, cómo es en realidad. Y entonces podrá decirle que no solo le gusta, si no que se ha enamorado. – Se acercó un poco más a mí y noté su respiración en mi cuello.

Quise decir algo. Busqué en mi cerebro palabras que pudieran igualar las suyas, pero no las encontré. Y como no encontraba nada adecuado que decir, decidí hacer algo que esperaba que entendiera como una respuesta afirmativa, como una forma de corresponderle. Giré mi cabeza hacia la suya y le besé. O puede que me besara él. No lo sé. El caso es que terminé girándome completamente hacia él y le rodeé el cuello con los brazos. Noté que sonreía y le imité. Seguimos así, a la orilla del Tamesis, con el resto de Londres ajeno a nuestros besos, como si todo se hubiese detenido. Aquel sí que era un buen momento para congelar y guardar. 




1 comentario:

  1. AFUUUUUUUUUUUUUU. MUERO DE AMOR, COLEGA. AY DIOS, ME ENCANTA :') NEXT!

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